CRÓNICAS

MI VIDA ES UN CUENTO

‘’Le robó la sonrisa a la gente’’ Gebel Taba, un padre soltero que hace la diferencia y no deja de lado sus sueños, lucha por sobrevivir.

Por Diana Lucía Benítez Ávila

A las 5:00 de la mañana, Gebel Taba se levanta, despierta a su hija Alexandra para organizarla y darle el desayuno: un pan con café. Se baña, se pone el jean roto que tanto le gusta y la camisa roja que según Él, le trae muy buena suerte, y el morral negro donde guarda los dulces, los celulares para la venta de minutos, entre otras cosas; y después de caminar unas diez cuadras del barrio San Antonio, deja a su pequeña en el Colegio Santa Librada y sale corriendo para la Estación del Transporte Masivo para abordarlo y llegar rápido a la Universidad de Valle.

Su rutina laboral comienza desde que llega al Alma Mater, se sienta al lado izquierdo de la entrada principal, saca un pequeño tarro lleno de gomitas dulces, tres celulares que ata con una cadenita hasta su cintura para la venta de minutos a cien pesos y cinco cajas de cigarrillos de marca Green que vende la unidad por doscientos pesos; esto lo hace hasta el mediodía y después busca cualquier ‘’papa sucia’’ para almorzar, según él, ‘’no es lo más nutritivo, pero calma el hambre’’.

Pero Gebel Taba no sólo se queda en la puerta de la Universidad, entra al alma mater y su rol cambia, pues toma clases de Artes Escénicas de 2:00 pm a 4:00 pm, donde le enseñan a entender el movimiento del cuerpo, pone en práctica la expresión corporal con estiramientos, saltos, puestas en escena donde demuestra sus destrezas y organiza al mismo tiempo el show que debe presentar en la noche.

Se le pasa el tiempo y le coge la tarde para ir a recoger a su hija, ella sigue esperándolo en la entrada del Colegio, y por fin llega. De inmediato salen caminando para la Colina de San Antonio, porque es Viernes y este día llega bastante gente para escuchar los cuentos de este personaje; su hija le dice: ’’ Papi, tengo hambre!’’ y con los ojos inundados en lágrimas le contesta: ’’Mija, hoy si nos va ir bien’’; se dispone a seguir con su rutina.

‘’ ¡Muy buenas noches!’’, ‘’buenas noches’’ le contesta el público que en esta ocasión es numeroso. Niños, jóvenes, mayores y ancianos no le quitan la mirada de encima, canta, calta, ríe, llora. Inicia su función con fábulas para niños, luego prosigue con los cuentos para los enamorados, luego para las suegras y termina con los famosos cuentos verdes; mientras su hija lo observa sentadita como cualquier espectador riéndose de las curiosidades que hace su padre.

‘’Le robó las sonrisas a la gente’’-afirma con picardía- ‘’Esa es mi vocación’’.

Dentro del trabajo que realiza para hacer sonreír a la gente, tiene varios números entre ellos está imitar diversos sonidos como el de los animales lobos, perros, gatos y hasta locomotoras; al primer error les hace penitencia. Les narra un cuento donde el público termina siendo los protagonistas; saca de su morral negro unos globos, los infla y se las estalla a las parejitas de enamorados que se sientan en ‘’El palomar’’ o ‘’Gallinero’’ donde la gente se hace la loca cuando les van a cobrar.

Oscar Andrés, su mejor amigo, le presta el bafle todos los fines de semana, lo acompaña en sus actuaciones y no le cobra nada porque conoce la situación económica de Taba; recién graduado de la Universidad del Valle como arquitecto, trabaja independiente, gana bien, y no tiene ningún tipo de responsabilidad, vive relax.

Mientras tanto, Gebel se ha puesto en la cabeza unos globos que parecen extrañas por su forma y que llaman mucho la atención, cada media hora pasa por cada uno de los expectantes por la cuotica mil pesos o más: ’‘¡Mami, Papi no sea tacaño, no me eche la monedita de cincuenta, solo billetes de cincuenta mil pesos, solo los moraditos, ja ja ja ja!”

Su hija de 7 años, sigue observándolo atentamente, y en la parte final del show, ella interviene con una pequeña parodia que práctico junto a él en días anteriores, la mímica consiste en repetir todo lo que hace su padre, y va desde imitando el crecimiento de una planta hasta la representación de personajes como el fallecido ex presidente Hugo Chávez, entre otros.

Son casi las diez de la noche, la función ha terminado, se limpia el maquillaje, se quita los globos de la cabeza, se organiza y guarda todo en el morral, agradece a Fabio, dueño del local donde se vende pizza que está al lado del Teatrino, porque el señor es quien le facilita el cable de energía para que su voz pueda ser escuchada en el bafle de su amigo Oscar.

‘’Esto es muy duro’’ - dice- ‘’Desde la muerte de la mamá de la niña todo ha sido más difícil, me ha tocado ser papá y mamá al mismo tiempo, y aún así no dejo de perseguir mis sueños, algún día me veras triunfando en el programa de Caracol, en Sábados Felices como lo han hecho el Gordo y el Vampi’’.

Ya se ha ido la gente, el Teatrino ahora está solo, pero lleno de chuspas de papitas, gaseosas derramadas en el suelo, pedazos de oblea que dejaron por ahí, y la satisfacción de haber cumplido con su arte en el día de hoy.

Sudado, cansado y contento, toma de la mano a su pequeña, se despide del viejo Oscar y caminan de nuevo las diez cuadras, como lo hicieron esta mañana para llegar a su casa en el Barrio San Antonio.

Gebel cansado se tira al piso a contar la plata que recaudó, son ochenta y cinco mil en billetes, fuera de las monedas que Alexandra le ayuda a contar, éstas le sirven para cubrir en algo sus deudas y solventar parte de  las necesidades que padece; ella se sonríe y le dice:

 ‘’Papi, hoy si podemos comer pollo? Y le responde: ‘’ ¡Claro mija, hoy si!’’.


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